Desajustes políticos y la construcción de la confianza
Cuando Zigong le preguntó a Confucio sobre la esencia del gobierno, el maestro respondió: “comida suficiente, un ejército sólido y la confianza de la gente… sin la confianza de la gente, ningún gobierno podría sobrevivir.” La confianza en el gobierno es la esencia de la gobernanza positiva y es el fundamento de la relación entre los ciudadanos y el gobierno. Además, determina la aceptabilidad y la efectividad de las políticas públicas.
Cuando los ciudadanos confían en su gobierno, es más probable que tengan fe en los beneficios de largo plazo de las políticas públicas, aun cuando puedan parecer contraproducentes en el corto plazo. Un gobierno que enfrenta retos inesperados tendrá más margen en el diseño de políticas públicas si la gente confía en que el gobierno llevará al país en la dirección adecuada. La falta de confianza genera políticas públicas inefectivas e incluso podría poner a los gobiernos en peligro.
El año pasado, en Corea ocurrió un ejemplo de ello. El presidente Park Geun-hye había perdido el apoyo del público debido a las respuestas negativas al desastre del ferry Sewol en 2014 y al brote de MERS del 2015. Un escándalo de tráfico de influencias en 2016 fue el golpe final. En marzo de 2017, la Corte Constitucional por unanimidad decidió hacer un juicio político, convirtiendo a Park en el primer líder elegido democráticamente que no completó el periodo de cinco años.
Los autores de esta fascinante historia son los ciudadanos de Corea, quienes se manifestaron cada fin de semana durante cinco meses exigiendo que el presidente renunciara. Más de 16 millones de personas participaron en estas manifestaciones con la esperanza de tener una nueva nación. En estas manifestaciones participaron incluso muchos miembros del partido en el gobierno a favor del juicio político. Esta transferencia exitosa del poder gracias a las manifestaciones ha sido aclamada como una revolución gloriosa moderna.
La administración actual le debe mucho de su éxito a este proceso. Moon Jae-in fue tuvo una victoria aplastante en mayo de 2017 y hasta la fecha sigue teniendo niveles altos de aprobación. Sin embargo, es demasiado temprano para sentarnos en nuestros laureles. La administración de Moon debe aprender a escuchar al público y cumplir con su promesa de una verdadera democracia. Solo así se logrará traducir la popularidad del presidente en confianza en el gobierno en general.
El gobierno es consciente de este reto y lo ha demostrado al definirlo en su agenda a cinco años que publicó en julio de 2017. Aunque todos los presidentes que ha tenido Corea desde 1987 han sido elegidos con procesos democráticos, los asuntos del estado siguen siendo administrados con el gobierno en el centro. Las manifestaciones del 2016 marcaron el inicio de la “era del pueblo”, en donde los ciudadanos ya no son sujetos a gobernar, sino los dueños de la nación con un papel activo en la política. La democracia de Corea deberá evolucionar desde simplemente un proceso de elecciones, hacia una verdadera democracia en que la soberanía popular predomina.
La administración de Moon recibió más de 180,000 propuestas de los ciudadanos a través de su nuevo canal de comunicación “Gwanghwamun 1st Street” para la fase de planeación de políticas y poder incorporar dichas ideas en el plan a cinco años. Además, anunciaron la visión “Un País del Pueblo, una Corea Justa” y estableció un “Gobierno del Pueblo” como el más importante de sus cinco objetivos de política. La clave es pasar de un proceso de toma de decisiones cerrado y unilateral a uno abierto y público en que las políticas se diseñan a partir de una discusión abierta y participación del público.
El gobierno estableció un comité de opinión pública sobre el tema controversial de la construcción de la nueva planta nuclear como un ejemplo de democracia deliberativa. Además, se están desarrollando planes para todo el gobierno sobre “innovación social”, el proceso de resolución de problemas sociales con ideas innovadoras a través de la participación pública.
La expansión de la participación pública y la toma de decisiones deliberativa podría parecer un proceso caótico e ineficiente en el corto plazo. Sin embargo, es necesario para llegar a una discusión racional y en consenso, en lugar de los prejuicios partisanos y antagonismos que por mucho tiempo han caracterizado el discurso político de Corea. Con suficiente práctica, se podrá establecer en el largo plazo una alianza basada en la confianza entre el gobierno y los ciudadanos.
La participación ciudadana, las alianzas entre el gobierno y los ciudadanos y la democracia deliberativa están alineados con los valores de la Alianza para el Gobierno Abierto (OGP por sus siglas en inglés). OGP es un mecanismo ejemplar que busca promover la participación pública en el proceso de creación de políticas públicas, desde el diseño hasta la evaluación. A partir de la promesa de lograr un gobierno abierto, OGP asegura que los gobiernos rindan cuentas frente a la comunidad internacional.
El gobierno de Corea se incorporó a OGP en 2011 y recientemente creó un foro de gobierno abierto. Los ministerios de gobierno y las organizaciones de la sociedad civil co-crearán el proceso, desde el establecimiento del Plan de Acción Nacional hasta su implementación.
El Gobierno de Corea seguirá esforzándose en presentar compromisos más ambiciosos en su Plan de Acción y en aprender de la experiencia de otros países en el área del gobierno abierto. Creo firmemente que este es el camino hacia una verdadera democracia.
Como explicaba Robert Axelrod en La Evolución de la Cooperación, la repetición de interacciones positivas en el largo plazo puede llevar a la construcción de la confianza y una mayor cooperación. En Corea están ocurriendo muchas interacciones positivas entre el gobierno y sus ciudadanos. Creo que este es el primer paso en el largo camino de la confianza y cooperación.
Kim Boo-Kyum
Ministro del Interior y Seguridad, República de Corea