Bridging the Ambition-Implementation Gap in OGP Africa
Cerrando la Brecha entre la Ambición y la Implementación en OGP África
Electoral boundaries in Kenya. Unifying all national bank accounts in Sierra Leone. Mapping conservation areas in South Africa. Land ownership data in Liberia.
For those who follow events in each of these countries, these are all big ideas with potentially big results. And they were all in the most recent OGP action plans of these African countries. When it comes to big ambitions and socially relevant commitments, the OGP participating countries in Africa lead the global pack.
Indeed this is supported by the data. The OGP Steering CommitteeThe Steering Committee is OGP’s executive decision-making body. Its role is to develop, promote and safeguard OGP’s values, principles and interests; establish OGP’s core ideas, policies, and ru... gave OGP’s Independent Reporting Mechanism (where we work) the task of assessing the “potential impact” of commitments. When we compare African countries to countries in other regions, we see a big difference.
But we see another difference.
Take a look at the graph below and we see that where African countries excel in ambitionAccording to OGP’s Articles of Governance, OGP commitments should “stretch government practice beyond its current baseline with respect to key areas of open government.” Ambition captures the po..., by comparison, there is a lower rate of completionImplementers must follow through on their commitments for them to achieve impact. For each commitment, OGP’s Independent Reporting Mechanism (IRM) evaluates the degree to which the activities outlin....
African action plans have seen more ambitious commitments but lower rates of completion than the OGP average.
This is clearly an important issue. OGP needs to strike the right balance between the ambitious and the feasible and we are not doing that quite right in many African countries.
The first challenge is to figure out why the gap exists. It might be easy to repeat platitudes about “political will” or to imagine that throwing money or expertise at a problem can solve it. But when we go beyond the headlines and read what the IRM reports say about action plans it turns out that a number of factors contribute to the ambition-implementation gap.
- In Sierra Leone, there were some delays in a major archive reform bill while agencies sorted out who would be in charge of implementing the law. The Ebola virus outbreak also delayed some of the commitments.
- Similarly, in Kenya, discussion over which agency was to lead OGP lasted for a number of months, delaying implementation of some commitments. The decision was finally made to move OGP out of the Information and Communications Technology team, in order to broaden the mandate beyond technological interventions.
- In Ghana, the Cabinet had not approved the plan which meant that the budget had not been allocated to support OGP once an initial donor fund dried up.
This snapshot of the main problems in a few of the OGP countries in Africa suggests that making sure the politics are properly aligned (within government as much as between government and citizens) is a critical first step to making sure that the right agency has the mandate to coordinate the action planAction plans are at the core of a government’s participation in OGP. They are the product of a co-creation process in which government and civil society jointly develop commitments to open governmen....
Second, it suggests that outside financing can motivate, but only temporarily. Getting the agencies, departments and ministries to work with the public to develop and implement commitments–to really own those commitments–can make just as much of a difference.
Of course, none of this is news to people in these countries or to those working in development. We have known for a while that “politics matters.” What makes OGP special, and why we should get beyond the platitudes is that OGP’s approach is built on the idea that politics matters and that we need to use politics–both national and international–to get the organized public, elected officials, and civil servants to collaborate. In most OGP countries in Africa, that will mean making sometimes difficult, but entirely necessary decisions about who should be in charge of implementation, how to bring other agencies and sectors on board, and how to collaborate with the loyal (and sometimes not-so-loyal) opposition.
Fronteras electorales en Kenia. Unificación de todas las cuentas bancarias nacionales en Sierra Leona. Mapeo de las áreas de conservación en Sudáfrica. Datos de propiedad de la tierra en Liberia.
Para quienes están al tanto de los eventos que están ocurriendo en estos países, las anteriores son buenas ideas con resultados potencialmente importantes. Todos estos compromisos fueron definidos en los planes de acción de dichos países. Los países africanos son líderes con respecto al establecimiento de compromisos ambiciosos y socialmente relevantes.
Lo anterior está fundamentado en los datos: el Comité Directivo de OGP le encargó al Mecanismo de Reporte Independiente la tarea de evaluar el “impacto potencial” de los compromisos. En ese sentido, cuando comparamos a los países africanos con países de otras regiones, observamos una gran diferencia en cuanto al grado de impacto.
Sin embargo, observamos también otra diferencia.
Si analizamos la gráfica a continuación, nos damos cuenta que los países africanos sobresalen en cuanto al nivel de ambición, pero su nivel de cumplimiento es más bajo que el promedio de OGP.
(África vs. Promedio Global; Porcentaje de compromisos clasificados como “transformadores”; Porcentaje de compromisos clasificados como “completados”; África; Global
Los planes de acción africanos están compuestos por compromisos más ambiciosos que el promedio de OGP, sin embargo su nivel de cumplimiento es más bajo.
Esta situación representa un problema. Para OGP es muy importante encontrar el equilibrio adecuado entre lo ambicioso y lo factible, lo cual no se ha logrado en muchos países africanos.
El primer reto es identificar el por qué de esta brecha. Sería fácil argumentar la falta de “voluntad política” o suponer que el problema podría resolverse con más recursos financieros o técnicos, pero cuando analizamos los informes del IRM de los planes de acción, encontramos que hay diversos factores que contribuyen a la brecha entre la ambición y la implementación:
- En Sierra Leona hubo retrasos en una reforma importante de registros porque las instituciones no se ponían de acuerdo en quién tendría la responsabilidad de implementar la ley. Además, el brote de ébola retrasó la implementación de algunos compromisos.
- Del mismo modo, en Kenia la discusión sobre qué agencia lideraría el proceso de OGP duró varios meses, retrasando la implementación de algunos compromisos. Finalmente, se decidió que OGP no estaría a cargo del equipo de Información y Tecnología de la Comunicación con el objetivo de ampliar el mandato de OGP más allá de intervenciones tecnológicas.
- En Ghana el gabinete no había aprobado el plan, por lo que el proceso de OGP no tenía presupuesto asignado una vez que se consumió el recurso inicial que había sido entregado por un donante.
Esta muestra de los problemas que existen en algunos países africanos miembros de OGP sugiere que asegurar que la política esté alineada (dentro de los gobiernos y entre los gobiernos y los ciudadanos) es el primer paso para asegurar que la institución adecuada tenga el mandato de coordinar el plan de acción.
Además, demuestra que el financiamiento externo puede impulsar el proceso y crear motivación, pero sólo temporalmente. Por otro lado, lograr que las instituciones, departamentos y ministerios trabajen con el público para desarrollar e implementar los compromisos y apropiarse de ellos hará una gran diferencia.
Sabemos que lo anterior no es noticia para quienes trabajan en estos países o para la comunidad del desarrollo. Desde hace mucho tiempo sabemos que la política hace una diferencia. Lo que a OGP especial es su forma de trabajo, basada en la idea que la política importa y en el uso de la política nacional e internacional para lograr que la ciudadanía organizada y los funcionarios logren colaborar. En la mayoría de los países de África esto implicará tomar decisiones (difíciles pero necesarias) acerca de quién debe estar a cargo de la implementación, cómo involucrar a otras instituciones y cómo colaborar con la oposición, sea leal o no.