Rostros del gobierno abierto: Scott Miller, Volunteering New Zealand
¿Por qué empezaste a trabajar en el gobierno abierto? ¿Cuál es tu historia personal?
Aunque los principios de gobierno abierto han existido desde que la democracia se ha impulsado como el gobierno del pueblo, mi camino en el gobierno abierto, como muchos otros, no ha sido linear.
Hace varios años, como presidente de ComVoices, una red nacional de organizaciones de la sociedad civil de Nueva Zelanda, tuve el privilegio de organizar un desayuno parlamentario con OGP en el que participó la Unidad de Apoyo. Este desayuno, reunión de representantes del parlamento y de la sociedad civil, fue un momento clave para comprender lo que significaba OGP para Nueva Zelanda. En ese momento se solidificó un discurso que iba más allá de un grupo exclusivo de actores interesados y representantes del gobierno hacia una conversación que vinculaba nuestras aspiraciones (de la sociedad civil) de crear una alianza con el gobierno para impulsar innovación, transparencia y participación a nivel nacional e internacional.
Además de mi trabajo como presidente de ComVoices, soy director ejecutivo de Volunteering New Zealand, asesor experto del gobierno del gobierno de Nueva Zelanda en gobierno abierto y consultor de la Kettering Foundation, un laboratorio de ideas de Estados Unidos que trabaja en temas de democracia e impulsa el papel de la democracia impulsada por las comunidades, la cual está alineada con los principios del gobierno abierto.
¿Cuál es tu mensaje para involucrar a más gente en el gobierno abierto? ¿Cómo buscas llamar su atención? ¿Cuál es la mejor manera de involucrarse?
Creo que a muchas personas el término “gobierno abierto” les parece elitista porque señala la intención o aspiración de romper el statu quo, lo cual para muchos ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil está muy desconectado de la vida real o es demasiado riesgoso para su bienestar personal u organizacional.
Pero desde una perspectiva de trabajo voluntario, yo veo el esfuerzo de los voluntarios como una analogía de creación de un contexto para el cambio social en nuestras comunidades. Es decir, el voluntariado formal es en sí mismo un acto de política en el que las personas se toman el tiempo de lograr cambios sociales. Sin embargo, este trabajo muchas veces se reasigna a las organizaciones o gobiernos como “provisión de servicios”, eliminando la representación política y haciendo del voluntariado responsabilidad de una ONG, lo cual me parece que está desvinculado de los intereses de la comunidad.
Es por ello que mi mensaje para los nuevos miembros es replantear el voluntariado como un medio para la democracia participativa, desarrollando sus capacidades y ayudándoles a entender que están haciendo que el gobierno abierto funcione como debería. El voluntariado es entonces un proceso deliberativo, consciente del poder y proceso que se necesita para liberar al pueblo del discurso de que son “solamente votantes” que ejercen la democracia cada 3 o 4 años en las elecciones generales.
¿Qué implica la presencia de OGP en un país como Nueva Zelanda, con su nivel de desarrollo y altos niveles en los índices de gobernanza y libertad? ¿Qué beneficios trae utilizar la plataforma de OGP?
Nueva Zelanda (con una población de menos de cinco millones), con mucho orgullo, es un país:
- menos corrupto (primer lugar),
- libre (tercero) y
- abierto en sus presupuestos estatales (primer lugar)
Además, tenemos una imagen limpia y valores aparentemente progresivos. Estos indicadores reconocen el papel que nuestra sociedad civil, funcionarios públicos y representantes del parlamento han hecho durante muchos años, pero aún hay mucho trabajo por hacer.
Por ejemplo, los ciudadanos de Nueva Zelanda, como los de muchos otros países desarrollados, tenemos que reconocer que, aunque gozamos de libertad de expresión y asociación, no debemos tomar esos derechos como un hecho. Nosotros también, como otros países, estamos sufriendo un debilitamiento de la confianza en nuestras instituciones públicas, una desigualdad cada vez mayor y la degradación nuestro ambiente. Es por ello que OGP y otras iniciativas son más importantes que nunca.
Tal vez éste sea el verdadero potencial transformador de OGP: que los ciudadanos y los gobiernos trabajen juntos para identificar y establecer compromisos cada dos años y lograr reformas estelares. En nuestro próximo plan de acción nos gustaría tener por lo menos dos.
¿Cuál es la siguiente generación de reformas para Nueva Zelanda?
A finales de 2017, Nueva Zelanda tuvo una transición de un periodo de nueve años de un gobierno de centro-derecha a una coalición de partidos de centro-izquierda. Para muchas organizaciones de la sociedad civil, esta transferencia de poder es una señal de que la situación podría mejorar en términos económicos y legislativos.
Algunos ejemplos de ello son:
- la creación de una nueva orden de gobierno abierto (como Ministro Asociado de Servicios Estatales)
- discusiones sobre legislación punitiva para organizaciones y
- trabajo de alto nivel para incluir el capital humano, social, natural y financiero en nuestras evaluaciones del PIB
Además, la investigadora del mecanismo de revisión independiente, Keitha Booth, en su informe de medio término – muy cuidadoso y articulado – describió muy bien el trabajo del gobierno y de la sociedad civil. Sus recomendaciones de reformas han tenido mucho apoyo:
- incluir compromisos de anticorrupción en el siguiente plan que tengan componentes de protección a denunciantes y un registro de beneficiarios reales de empresas
- estándares de consultas públicas para las iniciativas de políticas y
- sensibilizar a la población para incrementar la participación democrática
Gracias a estas recomendaciones y al proceso actual de participación de nuestro tercer Plan de Acción Nacional, estamos diseñando el mejor plan que hemos tenido hasta ahora y logrando que la gente alce su voz sobre cómo hacer que Nueva Zelanda mejore en el 2018 y más allá.
Sin embargo, a nivel institucional, los servicios públicos y las organizaciones de la sociedad civil de Nueva Zelanda están comprometidos con la “nueva administración pública”. Esta tendencia a ver a los ciudadanos como clientes tiene muchas consecuencias sobre cómo nos organizaremos en el futuro. Es aquí donde creo que las herramientas digitales son una oportunidad que debemos explorar.
El espacio cívico está debilitado en todo el mundo, incluso en países desarrollados. ¿Qué pueden hacer los ciudadanos y la sociedad civil para protegerlo?
En la era digital, los ciudadanos tienen nuevos medios para organizarse sin tener que depender de las organizaciones o métodos tradicionales. Sin embargo, algunos gobiernos y empresas están intentando marginar a las organizaciones de la sociedad civil, tanto en persona como digitalmente.
Esta relación es compleja e implica recordar que la organización entre pares y comunidades es una función vital de la sociedad civil. El trabajo que ha impulsado la Kettering Foundation a través de sus seis principios de la democracia es relevante para mantener y reconstruir el espacio cívico. Es decir, cuando la gente se reúne, puede resolver problemas comunes. Sin embargo, este proceso implica que las personas sean valientes, se apropien de su representación y comprendan que como dijo Margaret Mead: “nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos presentes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado”.
¿Cuál es tu historia favorita de gobierno abierto?
Lo que más me gusta de la Alianza para el Gobierno Abierto es su capacidad de trascender instituciones, comunidades y ciudadanos. El discurso de “el gobierno y la sociedad civil deben trabajar juntos” cambia por la expectativa y compromiso que estos dos sectores en efecto colaboran y se complementan. Esto le da credibilidad al estado de la sociedad que permite a nuestros ciudadanos esperar, creer y lograr el verdadero potencial de la sociedad. Esto es algo en lo que pienso todos los días y es el mensaje que les comparto a los voluntarios, a los funcionarios públicos y a mi familia.